Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, más conocida como Lola Mora (1866-1936), fue una figura excepcional en el panorama artístico argentino. No solo se destacó como la escultora más importante del país, sino que también incursionó en el urbanismo, la minería y las artes visuales, rompiendo barreras en un ámbito dominado por hombres.
Una Vida de Pasión por el Arte
Nacida en El Tala, Salta, aunque siempre se identificó como tucumana, Lola Mora demostró su talento desde temprana edad. A los 7 años comenzó sus estudios en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, donde se destacó como alumna.
Su pasión por el arte la llevó a tomar clases de pintura y dibujo con el pintor austriaco John MacTavish. En 1887, con solo 21 años, ya se ganaba la vida pintando retratos de personalidades de la sociedad tucumana.
El Sueño Europeo
Lola Mora no se conformó con el éxito local. En 1895 viajó a Buenos Aires para solicitar una beca para estudiar en Europa. Su talento y determinación le valieron el apoyo del presidente José Evaristo Uriburu, quien le otorgó una subvención para estudiar en Roma.
En la capital italiana, Lola Mora se sumergió en el entorno de la escultura. Fue alumna del pintor Francesco Paolo Michetti, aprendió a trabajar con terracota con el escultor Constantino Barbella y finalmente se dedicó de lleno a la escultura bajo la tutela de Giulio Monteverde, un maestro en el trabajo del mármol.
El Triunfo en Roma
Lola Mora se ganó rápidamente el reconocimiento en Roma. Su autorretrato en mármol de Carrara fue presentado en la Exposición Universal de París de 1900 y ganó una medalla de oro. Su fama creció en Europa y regresó a Argentina en 1900 con una reputación internacional.
La Provocación de la Fuente de las Nereidas
Lola Mora recibió numerosos encargos en Argentina, entre ellos, la creación de la Fuente de las Nereidas, una obra que se convertiría en su pieza más icónica y también en objeto de controversia.
La fuente, esculpida en mármol de Carrara, representa el nacimiento de la diosa Venus, asistida por nereidas y tritones. Su diseño, con figuras desnudas, escandalizó a la sociedad porteña de la época, que lo consideraba licencioso e inmoral.
A pesar de la polémica, la Fuente de las Nereidas se inauguró en 1903, en el Paseo de Julio, pero la presión social obligó a trasladarla a la Costanera Sur, donde se encuentra actualmente.
Más allá de la Controversia
Lola Mora no se dejó amilanar por la crítica. Realizó numerosos trabajos para el Estado argentino, como el monumento a Juan Bautista Alberdi, el busto del presidente Julio Roca, la estatua de Aristóbulo del Valle y los sobrerrelieves para la Casa Histórica de Tucumán.
También recibió encargos internacionales, que rechazó por considerar que la nacionalización británica o rusa, requisito para ejecutarlos, atentaba contra su libertad artística.
La Evolución de su Estilo
El estilo de Lola Mora evolucionó a lo largo de su carrera, desde un academicismo influenciado por el Renacimiento italiano hasta una suerte de brutalismo, con afinidades con Rodin, que la acercó a las vanguardias del siglo XX.
Su obra se caracterizó por la representación naturalista de la figura femenina, desafiando los cánones de belleza y moralidad de su época. Sus desnudos, considerados escandalosos por algunos, eran una celebración de la belleza y la libertad de la mujer.
Un Legado de Audacia y Talento
Lola Mora fue una artista innovadora y pionera en un ámbito tradicionalmente dominado por hombres. Sus obras, además de su valor artístico, reflejan la lucha por la liberación femenina y la búsqueda de una expresión artística más libre y sincera.
Su legado perdura en las esculturas que adornan plazas, museos y edificios públicos de Argentina. La Fuente de las Nereidas, a pesar de la controversia que la acompañó, se ha convertido en un símbolo de la ciudad de Buenos Aires y de la audacia de Lola Mora.
Reconocimientos y Homenajes
El 17 de noviembre, fecha de su nacimiento, se celebra el Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas en su honor. La ciudad de Buenos Aires también otorga los Premios Lola Mora a los medios de comunicación que promuevan una imagen positiva de la mujer y la igualdad de oportunidades.
A pesar de las dificultades que enfrentó, Lola Mora dejó una huella imborrable en el arte argentino. Su vida y su obra son un ejemplo de talento, perseverancia y lucha por la libertad y la igualdad.
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